Pues eso, tras 10 días de tortura continua, mañana el Perrito Parabólico desaparecerá de nuestras vidas.
Y la verdad es que mis pantorrillas y yo estamos deseosas de que llegue ese momento. La cosa es que llevamos a Astro a que lo castraran al veterinario, y como tenía los punto aún a la vista, le pusieron la campana esta de plástico. En seguida se acostumbró a ella, y aunque a la hora de comer le daba algunos problemas, no parece que la cosa fuera muy grave.
Pero tras unos cuantos días de lametazos y restregones del plástico por el mundo, a la campana se le ha incorporado un aroma nauseabundo que se te mete por la nariz hasta dejarte KO. Me temo que las babas que ha acumulado están fermentando, y el pobre perrillo debe llevar un pelotazo de peste considerable…
Pero bueno, mañana hay que llevarle al veterinario para que le quite los puntos por fin, y ya podrá volver a pegarse carreras por el mundo y jugar con otros perrillos sin asustarlos. 🙂